martes, 20 de noviembre de 2012

Mamá ¡quiero ser payaso como Miliki!



Mamá me contó ayer que se fue al cielo una persona tan grande como su sonrisa. Y que taaaan grande era que por eso se hace más grande el dolor por su pérdida.
Se llamaba Miliki y era payaso. Bueno, era payaso y mucho más, porque también era músico, cómico, escritor…¡artista!


Mamá me dijo que Miliki se preocupaba mucho por los demás porque siempre preguntaba: ¿Cómo están ustedeeeeees?
Y los demás siempre le contestaban: ¡biiieeeen! porque era imposible no sentirse bien a su lado.

Mamá me contó qué hubo un tiempo en el que ella era niña también y había un circo que alegraba siempre el corazón. Y desde este circo Miliki daba siempre su función y cantaba muchísimas canciones para que mamá y los niños como ella  fueran felices y se lo pasaran ¡cheverecheverechon!


Miliki y sus compañeros payasos, Fofo, Gabi y Fofito, dieron vida a ese circo lleno de alegría y emoción…

Con Don Pepito y Don José que creo que eran dos tipos requetefinos...
Una tal Susanita que tenía un ratón chiquitin...
Ramón que le daba a un balón con una trompeta tarataratareta...
Una niña que planchaba los lunes, los martes, miércoles y… ¡toda la semana!
Y una buena cocinera que se llamaba Manuela porromponpon.
También había una gallina que compró una vecina y que se llamaba Turuleca (la gallina, no la vecina) que iba en el auto de papá sin parar de poner huevos (¡la gallina, no la vecina!).
Y allí iban ¡tooooodos felices metidos en el auto de papá! Incluso a veces viajaban en un barquito de cáscara de nuez adornado con velas de papel.

Y  la Navidad con la familia en el hogar tenía sabor a mazapán y cuando algún amiguito cumplía años todos cantaban ¡Feliz en tu día!


Algo así me contaba mientras yo me preguntaba ¿cómo cabrían todos en esa cáscara de nuez? ¡Qué circo tan divertido!

Mamá me contó que cuando era pequeña como yo, tuvo la suerte de conocer a Miliki, porque bailaba con otros niños en algunas funciones de aquellos años.
Dice que cuando se subía el telón y Miliki salía al escenario, todo eran aplausos, luz, sonrisas y purpurina. Y que la risa de Miliki resonaba por todo el teatro desde el patio de butacas a los camerinos. Decía que era mágico. Y entonces mamá, que lo contemplaba entre bambalinas se ponía su nariz roja, le brincaba el corazón de alegría y pisaba ese escenario orgullosa de formar parte de semejante espectáculo. Y así entre función y función pasó esos años tan felices de su infancia con la huella de la risa de Miliki resonando en su corazón. 


Me pregunto si Miliki se habrá ido al cielo en el auto de papá haciendo pi-pi-pi o en el barquito de cáscara de nuez. Pero seguro que cuando se haya levantado el telón del cielo para recibirle, todo serán ¡aplausos, luz, sonrisas y purpurina! Y será difícil mirar al cielo sin reír al sentir los ecos de las carcajadas de Miliki resonando desde el cielo a nuestro corazón...

¿Habrá allí suficientes narices de payaso para todos? Seguro que Fofo y Gabi, que dice mamá que ya están actuando allí, las habrán repartido todas para empezar la función los tres juntos de nuevo…


Así que lo tengo claro ¡Quiero ser payaso como Miliki! Voy a comprar una nariz roja para alegrar el corazón de mamá que ahora está triste porque se fue al cielo una persona tan grande como su sonrisa...

¡Hasta pronto Miliki!


Una de tus niñas de treintaytantos que siempre guardará tu sonrisa en su corazón. 
¡Gracias!

1 comentario:

  1. Susanita (la del ratón...)20 de noviembre de 2012, 14:34

    Me he quedado sin palabras!...simplemente PRECIOSO!!!

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