¡Por fin me toca hablar!
Aunque os digo hola para deciros hasta pronto, porque mis amigos y yo nos vamos
de vacaciones. Ya sabéis… nuestros padres han estado trabajando duro para que
llegue agosto y podamos disfrutar todos de sus merecidas vacaciones.
Ahora que llegan los calores,
dejamos el asfalto plantado en las ciudades y huimos hacia las costas, para
calmar ese calorcito en los refrescos de chiringuito o en buenos remojones.
Le decimos adiós al dichoso
despertador matador de sueños y decimos hola a las dulces siestas de tres horas...
A las olimpiadas cuando
abrimos el ojillo desde el apoltrone del sofá...
Los castillos de arena, las
terrazas, los espetos tostaitos...
El sonido del nostálgico
afilador que oímos a lo lejos desde la cama...
Los cines de verano con
rebequita...
Los polos bien congelados, el
vicio de las pipas, las cañitas, una detrás de otra...
Comerse buenas paellas y
buenos libros...
La crema de factor 50, ¡menos
no!
Sonreírle a la gente mientras
paseamos recién morenitos, porque es eso lo que tiene el verano, que nos parece
que en esta estación del año un mundo mejor es posible, ¡y lo es!
Jugar a marco polo en la
pisci y las dichosas dos horas para hacer la digestión antes de meternos en el
agua...
Dejar secar bien las toallas
en la terraza...
Intentar un año más cogerle
el truquillo a la sombrilla que no sabemos por qué, termina volando cual cometa
por toda la playa...
El orgullo de llevar los
michelines puestos y esa arena que se pega y nos acompaña casi hasta
septiembre...
Pero sobre todo es el momento
de ¡ser feliz! ¡disfrutar de nosotros mismos y de los nuestros! ¡del tiempo!
¡el atmosférico y de ese que marcan las impacientes agujas del reloj!
Nosotros volveremos en
septiembre para acompañaros un nuevo año y ayudaros a ser al menos un poquito
más felices, recordando a esos niños que viajan dentro de nosotros en esta vida
loca,
¡Felices vacaciones
muñequit@s!